Orígenes y antecedes agroindustriales de México

Los primeros antecedentes de agroindustria en territorio de México tienen su origen en la época prehispánica con procesos artesanales de transformación de productos agropecuarios (fermentación, secado, curtido, teñido), entre otros, en tanto en la era colonial ya era común la producción de harina de trigo, azúcar, vinos, cueros, colorantes y textiles.

A finales del siglo XIX había verdaderos procesos agroindustrias, entre otros los basados en el algodón-textil, el henequén y el pulque.

Un reto importante del siglo XIX era erradicar el hambre, sueño que fue perseguido tanto por algunos potentados estadounidenses como por luchadores sociales hasta el siglo XX, que bajo distintas lógicas promovieron en México técnicas de impacto ambiental, nuevos culturas agroindustriales y estrategias de tenencia de la tierra, para impulsar el desarrollo de una industria alimenticia hasta después de la segunda guerra mundial.

La agroindustria moderna se da en nuestro país a partir de los años 40, cuando se apoyan procesos de industrialización bajo el modelo de sustitución de importaciones.

De esta manera se hacen proyectos para que la agricultura se complemente con la industria, que permitieron la producción de materias primas y una mayor industrialización aprovechando la necesidad de alimentos de Estados Unidos durante y después de la Guerra, para ir pasando a poco a poco a atender más el mercado nacional con la intervención del Estado.

El desarrollo de ciudades más grandes y la incursión de la mujer en el trabajo impulsó la necesidad de alimentos de fácil elaboración en los años 50.

Años después se favorece el desarrollo de empresas naciones y extranjeras del sector, lo que permitió que la agroindustrialización creciera a un ritmo de 6.12% promedio anual entre 1960 y 1975. La inversión extranjera directa en la agroindustria pasa de 58 millones en 1954 a 174 millones en 1960 y a 517 millones en 1970.

Nuestro país inicia entonces una nueva fase de la industrialización intensiva (empleo de tecnología avanzada, composición orgánica de capital, insumos importados y producción dirigida a la exportación) y la llegada de algunos productos agroindustriales mexicanos al exterior.

La llamada “mexicanización” de la agroindustria llega con los años 70, ya que el Estado interviene en la producción y la comercialización, con sus efectos de concentración y un claro retraso de sectores tradicionales de la agroindustria (ingenios, desfibradoras de henequén, molinos, despepitadoras de algodón, tinacales de pulque, fábricas de aguardientes, aserraderos).

Para los años ochenta la agroindustria sufre otra transformación: la reprivatización y el inicio de la modernización. Se trata de una reconversión industrial que buscó orientar la planta industrial hacia la exportación, la integración vertical y la «agricultura de contrato» para pequeños y medianos agricultores.

Llegan la sustitución de materias primas agropecuarias por químicos o producto de la biotecnología, además de un proceso que dividió en muchos casos el mercado en grandes empresas ligadas al capital externo y por otro lado un gran número de MiPymes de tipo artesanal.

Es así que predomina la agroindustria no alimentaria y participan empresas con intenso uso de maquinaria, equipo y patentes desde los años 90, que además tienen presencia en los servicios, lo que acelera el desempleo rural.

En años recientes la agroindustria mexicana ha mantenido buenos resultados de producción y exportación. Se habla de la práctica de cerca de 60 tipos de agroindustria, una creciente participación en mercados externos de más de 10 o 15 productos “estrella” y alrededor de 150 países que consumen productos agrícolas y agroindustriales cultivamos y elaborados en México con más de 70 mil empresas que integran este sector.

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